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El Burro de la Barrera

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El Burro de la Barrera  preside la entrada principal del Palacio de los Condes

Escribía el padre César Morán en "La Basílica Teresiana", allá por el año 1919, que las primeras manifestaciones de la escultura ibérica son probablemente esos monstruosos animales que abundan sobre todo en la cuenca del Duero y del Tajo, conocidos con el nombre de toros, verracos, osos, bichas, etc. Y entre ellos destacaba el toro del puente de Salamanca; el verraco de Monleón, el verraco de Ciudad Rodrigo o la burra del arenal, en Lumbrales... "un grupo de esculturas producto de un arte por demás grosero, primitivo y bárbaro que daba sus primeros pasos".

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Es evidente que el padre Morán estaba equivocado: quizás sea monstruoso, grosero y puede que bárbaro; primitivo... sin duda, pero burra...  ¡como que no, vamos!

Nuestro Burro tiene los atributos bien a la vista.

De granito, con unas dimensiones de 135 centímetros de largo, por 107 de alto, hoy se levanta, con su actitud de acometer y sus extremidades juntas de dos, en dos frente a la fachada oeste de la Casa de los Condes y muy próximo a la Iglesia Parroquial de la Virgen de la Asunción, en su día del Castillo. Parece evidente que en este montículo debió existir un castro similar al amurallado de las Merchanas, y de ahí vendría lo de Barrera.

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Los recientes hallazgos permiten sospechar su habitación durante la segunda Edad del Hierro y Época Romana.
Es, junto al Jabalí de Yecla la Vieja, uno de los mejor realizados.

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